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Muñoz
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Sánchez Muñoz, de Teruel.
Muñoz, armas de los de Caravaca.
Muñoz
Muñoz.
Muñoz de Otálora.
Muñoz de Otálora.
Muñoz de Robles.
Muñoz
Historia de la ciencia de las excepciones

Los escudos son el resultado de la acción defensiva de los guerreros ante las armas de mano y arrojadizas: mazas, espadas, lanzas, venablos, flechas y proyectiles.

La robustez, grosor, portabilidad y tamaño de los escudos son atributos de esa utilidad para la guerra, pero el tratamiento de sus superficies debe mucho al uso que se les dio para dibujar y pintar figuras o colores representativos y distintivos de los guerreros que los portaban o de sus señores o facciones.

El origen de la heráldica debemos considerarlo deportivo, no militar. Así, a principios del siglo XII, surge para identificar a los participantes de las justas y torneos, es decir, para las luchas singulares y las grupales. Estas justas y torneos eran espectáculos en los que cada contrincante debía romper lanzas en el escudo del caballero oponente, quedando vencedor el que rompía más de un total de tres.

El riesgo de sufrir heridas graves debidas a las astillas de las lanzas, hizo que los caballeros se cubriesen completamente con una celada, lo que les hizo irreconocibles para el público.

Pintando un símbolo o determinados colores sobre el escudo, podían los participantes seguir el concurso, en una época en que la megafonía era limitada y era preciso reconocer al instante a cada caballero que accedía a la justa.

Desde luego, cada cuál elegía lo que más le gustaba o interesaba como distintivo. Con el tiempo, se hizo de uso permanente entre los caballeros, y más adelante se convirtió en hereditario, sirviendo también para las acciones guerreras. Podemos ya hablar del siglo XIII.

Para controlar la gran cantidad de símbolos parecidos y hasta iguales, que llamarían a confusión, se hizo necesaria una regulación, que los reyes encargaron a los heraldos. En los siglos XIV y XV ya aparecen los primeros tratados, en los que se explican leyes y reglas.

En el siglo XV la Iglesia condena a los participantes de las justas y torneos, por lo que la Heráldica se adecua a su nueva función principal: identificar a los caballeros en el campo de batalla.

Pero poco va a durar esta situación, porque los éxitos de la caballería ligera, el auge de la infantería, el desarrollo de arcos y ballestas y las primeras armas de fuego irán relegando el escudo a los desvanes.

Los escudos pasarán ahora a las fachadas de las casas y ya no será necesario verlos desde lejos, por lo que las variaciones, los nuevos motivos y la combinación de símbolos convertirán a la Heráldica en una ciencia compleja y hasta confusa.

Los mercantilistas de la Heráldica la convierten en una ciencia para iniciados, instando a sus clientes a utilizar diversos colores o dibujos dependiendo de sus atributos personales. Esta observación es falsa, pues los escudos deben tener el color que más guste a su propietario, respetando tan sólo las leyes básicas del contraste y la plenitud. Esta última indica que la figura debe cubrir la mayor parte del escudo, ajustándose casi por completo a sus bordes.

Entre los siglos XVI y XIX se produce un período de decadencia, debido a la mercantilización de la Heráldica, que la vulgariza y la hace alejarse de su sencillez iconográfica. El siglo XVII es el de mayor desarrollo de la Heráldica.

Actualmente la Heráldica tiende a alejarse de los excesos de los siglos XVIII y XIX, y ha cobrado un especial interés debido al desarrollo del modelo autonómico de ordenación territorial y el auge de los municipios, que desean renovar o identificar sus valores geográficos y sociales e incluso políticos reivindicativos.

ANAGRAMAS Y SÍMBOLOS DEL CRISTIANISMO:
El Crismón.


El anagrama del crismón aparece en el mundo paleocristiano en catacumbas y sepulcros, y lo utilizaron los primeros cristianos para comunicarse entre sus seguidores, ocultándose del poder romano que los perseguía.

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Heráldica Última actualización 07/02/13

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